El mago vivía en el bosque cerca de Dru el roble más viejo y grande de todo el mundo. Manluz se encontraba hablando solo y mirando el gran árbol, cuando el joven se acerco y este murmuro que debe ser por la vejez que habla solo. El mago le dijo que los años no le pesan y su oído es fino aún.
El mago sabía que iría el caballero, sin que nadie se lo digiera, ya que el viento, los árboles y los pájaros se lo habían dicho.
El mago se había encontrado con su maestro (no por casualidad) y se lo quiso presentar al joven. El maestro era búho blanco y muy bello, sus ojos parecían de oro y tenía unas negras pupilas y una mirada muy tierna.
El maestro se llama Ojodoro, era considerado el maestro más sabio de todo el reino. Fue el maestro del conocido mago merlín y de muchos otros.
El caballero estaba muy sorprendido, lo que no era bueno dijo el mago, ya que un verdadero sabio tiene que saber el lenguaje de los pájaros.
Pero para que una persona se transforme en sabia debe aprender, ya que no puede existir sabiduría sin aprendizaje.
El mago Manluz le pregunto que necesitaba de el y que no se molestara en contarle nada ya que el lo sabia todo, lo que el rey le propuso y hasta lo que el pensaba hacer.
El joven le pregunto que debía hacer, con lo que el mago respondió que sabia que para el era mucha la responsabilidad, pero el mago no podía decidir por el. El joven debía decidir su destino, nadie lo podía hacer por el.
Solo el debía buscar el camino indicado sin la ayuda de nadie, ya que nadie pude pensar ni tomar decisiones por el.
Frente a los grandes retos, frente a lo que se cree imposible, ante eso se demuestra hasta donde puede llegar cada persona y la perseverancia que tiene en la vida.
El caballero no se sentía preparado para tomar el poder del reino. El mago le dijo que no se debía preocupar de eso, el solo debía ocuparse de su poder. Pero el joven confundido no sabia la diferencia entre ambos poderes.
El poder interior es tu actitud, acciones y decisiones, sin tener ese poder es imposible asumir el poder de gobernar.
Era hora que el caballero partiera a la tierra del destino. Un viaje en el que todo caballero se conoce a si mismo y encuentra su poder, ya que solo conociéndose podrá elegir su lugar en el mundo y asumir el poder.
Al caballero no debía importarle si era apto o digno de ser rey, lo que realmente importaba era que encontrara su poder y así tendría todas las características que todo caballero debe tener: valor, integridad, respeto a la tierra, a la humanidad y así mismo.
Si el caballero decidía viajar no tendría vuelta atrás, tuvo mucho miedo por su cuerpo recorrió un escalofrió. Muchas leyendas habían sobre ese terrible camino, se decía que existían dragones gigantes y que nunca nadie que paso antes por ese camino regreso jamás.
El caballero sin importarle todo eso decidió enfrentar ese gran reto y demostrar la valentía que tiene.
El quería hacer caso a su rey, pero deseaba encontrar a Jano y a la espada que protege su tierra. Para que rey muriera junto a su hijo y este se hiciera cargo del reino.
Manluz y Ojodoro le mostraron la entrada a la tierra del destino que estaba bajo las raíces de Dru.