domingo, 4 de mayo de 2008

El Reino de Albor




En un pasado muy lejano existía el reino de Albor, que era dirigido por un rey muy respetado y adorado por toda la gente.
El rey era fuerte y muy valiente. Defendió a maravilloso reino de Nul, el señor de las tinieblas. Nul era malvado y cruel, este había atacado a muchos otros reinos los cuales dominaba, peo albor era defendida por una arma mágica y poderosa, la mas poderosa del universo.
La espada que lleva el mismo nombre del reino fue construida con el aliento de Aur, un dragón blanco. Esta había sido creada para guardar en su interior la fuerza del corazón de sus verdaderos dueños y transformarla en poder, gracias a ese poder, él rey y todo su ejército soporto el ataque del señor de las tinieblas.
Nul busco la forma de atacar y destruir al rey, lo logró el día en que nació Jano, su único hijo y heredero del trono de albor. El malvado señor de las tinieblas lo secuestro mientras todos celebraban ese gran día y también robo la espada de albor, su fin era esperar la muerte del rey para a apoderarse del reino.
En el reino todos estaban desesperados y muy asustados, ya que no tenían la protección de la espada y su príncipe estaba secuestrado.
La reina con el peso de los años murió y todo el reino veía como su rey envejecía y vivía triste al igual que la gente en el reino.
El rey intento de muchas formas encontrar al príncipe y la espada. Valientes caballeros se encaminaron hacia la tierra del destino, en el limite de albor con el mundo del más allá, ya que pensaban que allí estaba oculto el príncipe y la espada de albor. Pero ninguno de los caballeros volvió.
El reino se mantuvo unido gracias a la esperanza que todos tenían, de que algún día volvería Jano con la mágica espada.
Los caballeros del reino reforzaron sus fuerzas para proteger al reino de posibles ataques con la ayuda del rey, quizás por esto Nul nunca ataco.
Al pasar los años el rey se convirtió en un anciano y debía encontrar un heredero para que se encargara de proteger el reino de la invasión de Nul al morir el monarca.






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